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La experiencia de Dios en la explicación del mal: Leibniz, Job y Voltaire. (página 2)




Enviado por Matías Ahumada



Partes: 1, 2

A modo de
conclusión: Sobre la libertad

En el Génesis, la intuición mítica
que subyace al relato de la caída de la especie humana es
la certeza, ciega y solapada por los ya cargados símbolos
paleo-semíticos del bien y del mal, de la libertad como el
supremo don. La semejanza con los dioses es en el ser humano la
capacidad de elegir. Sólo la condición existencial
de la libertad hace al hombre lo que es, distinto a la vez de los
animales y de los ángeles, esto es, de las realidades
terrenas del devenir universal y de la sacralidad trascendente
que se ubica por fuera de su alcance.

En este contexto, la libertad en el ser humano no nace
con el acto del pecado, sino que ya había sido infundida
con el soplo divino. El engaño radica en pensar, junto con
la sugestión del acusador, que la libertad, la ciencia del
bien y del mal, se alcanzan luego de la transgresión de la
ley divina, siendo que la misma obediencia a esa ley era desde el
principio puro ejercicio de libertad por parte del ser humano. En
un lenguaje más "filosófico", tanto acatar como
transgredir son actos libres, y por lo tanto la libertad es causa
y no consecuencia del bien y del mal; esto significa que las
condiciones de posibilidad de lo bueno y lo malo están
dadas a priori en la misma condición esencial y
existencial del ser humano: su libertad.

"(…) El hombre no perdió su inocencia
paradisíaca cuando comió del árbol del
conocimiento, sino en el momento mismo en que se le hizo la
prohibición. Cuando Dios dejó a la libre
disposición del hombre la aceptación o la
conculcación del mandato, le otorgó el don de la
libertad. (…) Dios no se había limitado a programar
al hombre, sino que había añadido una apertura a su
ser, ampliándolo y enriqueciéndolo con la
dimensión del deber. La realidad se ha hecho más
amplia, aunque también más peligrosa. Se producen
así ganancias, pero se pierde también la unidad
incuestionada consigo mismo y con todos los seres vivos.
(…) La libertad es para el hombre una oportunidad, no una
garantía de éxito, ya que su vida puede fracasar y
fracasar por libertad."[25]

Aquí se descubre otra faceta de la
condición humana como pura apertura, posibilidad de
creación que es en definitiva auto-creación y
trascendencia. El ser humano, en virtud de su libertad, no
está determinado esencialmente, no es sino lo que hace de
sí mismo. No es bueno ni malo sino que se hace bueno o
malo al elegir bien o mal. Es el fondo sagrado de la realidad lo
que impone el límite y por lo tanto la exigencia que da
sentido a esta libertad y le da su esencia puesto que sin
límite, sin prohibición, no es posible
acción libre ninguna que acepte ese límite o lo
sobrepase.

Pero cuando este fundamento o límite se difumina
hasta perderse en la experiencia cultural de occidente que
denominamos modernidad, el dilema de la libertad y por lo tanto
el problema del mal se agudiza. La conciencia de este borramiento
del horizonte que daba sentido y un marco de contención a
los valores tradicionales la tiene, mucha antes que Nietzsche, el
filósofo Thomas Hobbes cuando proclama que los hombres
dejados a sí mismos lo único de que son capaces es
de destruirse mutuamente y que la única salida es la
presencia de un poder de tal magnitud que imponga, por la virtud
del terror y la violencia estatal, la mutua convivencia humana y
su consecuente paz social. Pero como también lo
señala Hobbes, este poder, este Leviatán, es en
definitiva también un artificio humano más, sublime
y poderoso pero atado a las vicisitudes del devenir
histórico que puede provocar incluso la muerte
política de este Dios mortal.

Entonces llegamos al punto de que la misma libertad
humana, libertad caída que engendra a la vez violencia y
paz, se encuentra en definitiva consigo misma y el desafío
de construcción de una sociedad plural y tolerante por la
misma fuerza de esta frágil libertad antes que por la
imposición de ningún sistema político o,
mucho menos ahora, por la influencia de una divinidad cualquiera
que dicte sus leyes. Es la visión del Voltaire que busca
la tolerancia y la del Rousseau que busca la consecución
de un ordenamiento social que revista la sacralidad del dios
perdido. Pero cuando la misma cultura lleva, por el entendimiento
de la libertad como prerrogativa individual, a la
atomización extrema de los acontecimientos humanos, en una
sociedad altamente interconectada las consecuencias de una
acción positiva o negativa repercuten de maneras
insospechadas en los puntos más lejanos del
globo.

El problema del mal es uno de los "hoyos negros" de la
filosofía porque significa un vacío de sentido para
esta actividad del espíritu que precisamente busca el
sentido. Entonces toda finitud, desgracia y precariedad en el
mundo de la vida y el pensamiento parece que sólo es
factible de comprenderse por la vía de la experiencia de
lo sagrado, esto es, de una pertenencia a la totalidad que logra
contener nuestras acciones, omisiones y pasiones (en el sentido
de padecimientos) individuales y sobretodo, de especie. Mientras
la humanidad continúe entendiéndose a sí
misma como efectivamente separada del cosmos o la naturaleza,
todo acontecimiento que suponga una amenaza a su existencia o
integridad individual o social, sea en la forma de un desastre
natural, guerra, debacle económica o disposición
política adversa, será indefectiblemente
experimentado como alguna modalidad de "castigo" y
reforzará la percepción de separación del
cosmos.

Por otro lado, si contamos con la libertad como
presupuesto fundamental de lo humano, esto se relaciona, como
venimos diciendo en este trabajo, con la imagen y/o experiencia
de Dios que tengamos. La trascendencia es posible sólo
porque puedo ir más allá de cualquier
programación o incertidumbre. Es el hombre que se hace o
no cargo de su finitud y a partir de allí logra construir
o destruir su existencia. Lo malo o lo bueno que le acontezcan,
entonces, formará parte de ese plan trazado por sus
propias opciones.

Hasta aquí la posibilidad, digamos, puramente
secular de auto-trascendencia que como tal es
filosóficamente factible. Pero si queremos dar un paso
hacia la consideración de lo sagrado, es decir, de una
presencia que sostenga las opciones y caminos trazados por la
persona humana, esa presencia deberá experimentarse, en
virtud de la libertad, como inmensamente respetuosa. Tal respeto
comporta también un riesgo enorme ya que, como dice
Safranski, cabe totalmente la posibilidad de fracasar por
libertad, porque precisamente no estamos determinados. Ésa
es la intuición que radica en el corazón de la
experiencia cristiana y de muchas otras espiritualidades del
planeta. Pero la experiencia de totalidad no llega por la
vía leibniciana de la especulación sobre el
pertenecer al mejor de los ordenamientos universales posibles,
sino que se inicia por lo menos luego de haber atravesado, como
Cándido, Job y tantos otros, los peligros reales y
asesinos del mal del mundo. La posibilidad de trascender los
males, religiosa o secularmente, se abre cuando estamos
dispuestos a reconocer que no somos la medida del
mundo.

Bibliografía
utilizada

(por orden alfabético)

  • Biblia latinoamericana. Buenos Aires, Ed. Paulinas,
    1996.

  • Cabrera, Isabel; El lado oscuro de Dios.
    México, Paidós, 1998.

  • Kusch, Rodolfo; América Profunda.
    Buenos Aires, Biblos, 1999.

  • Leibniz, Gottfried Wilhelm:

  • Discurso de Metafísica.

  • Resumen de Teodicea. En Escritos
    filosóficos
    . Buenos Aires, Charcas,
    1982.

  • Safranski, Rüdiger; El mal o el drama de la
    libertad.
    Barcelona, TusQuets Editores. 1997.

  • Starobinski, Jean; Remedio en el mal.
    Crítica y legitimación del artificio en la era
    de las luces.
    Ediciones Gallimard. 1989.

  • Voltaire:

  • Poema sobre el desastre de Lisboa o Examen de
    este axioma "Todo está bien", y "
    Advertencia al
    Poema sobre la Ley Natural y al Poema sobre el desastre
    de Lisboa",
    en Voltaire-Rousseau. En torno al mal y
    la desdicha.
    Estudio preliminar, selección de
    textos, traducción y notas críticas de Alicia
    Villar. Madrid, Alianza, 1995.

  • Cándido o El optimismo.
    Extraído del sitio: http://www.gatovolador.net/res/Candido.pdf

 

 

Autor:

Matías Ahumada

[1] Pascal dijo: “El hombre es una
caña, pero una caña que piensa.”
(Pensamientos, B. 347, L. 200). También:
“Caña pensante. No es en el espacio donde debo
buscar mi dignidad, sino en el orden del pensamiento. No
tendría ninguna ventaja por el hecho de poseer tierras.
Pero el espacio el universo me comprende y me absorbe como un
punto; por el pensamiento yo lo comprendo” (Pensamientos,
B. 347, L. 113). [Cita tomada de las notas críticas de
Alicia Villar en el texto “Voltaire-Rousseau. En torno al
mal y la desdicha.”; Madrid, Alianza, 1995, pág.
178.]

[2] Safranski, R.; El mal o el drama de la
libertad. Pág. 258. Barcelona, TusQuets Editores.
1997.

[3] Leibniz, G.W.; Discurso de
Metafísica. Pág. 279.

[4] Leibniz, G.W.; Discurso de
Metafísica. Pág. 279.

[5] Ibídem. Pág. 281.

[6] Leibniz, G.W.; Resumen de la Teodicea.
Pág. 518. Buenos Aires, Ed. Charcas. 1982.

[7] Leibniz, G.W.; Discurso de
Metafísica. Pág. 282.

[8] Tomado de la película sobre la
vida del fraile Pío de Pietrelcina:
http://www.youtube.com/watch?v=gwHXKdjlVyc

[9] Adaptación del guión de una
escena de la película Matrix recargado, de la
trilogía Matrix [ver:
http://www.youtube.com/watch?v=HxGlhlT2E1g].

[10] Safranski, R.; El mal o el drama de la
libertad. Pág. 259. Barcelona, TusQuets Editores.
1997.

[11] Libro de Job, 38, 1-21. Biblia
Latinoamericana. Ediciones Paulinas. 1996.

[12] Ibídem, 42, 1-5.

[13] “Para Job sólo queda la fe
en un Dios insondable. Pero si Dios es insondable,
también lo es el mundo. Entonces acontece en él
el mal, y hay males en él, sin que existan para ello
buenas razones, es decir, razones que conduzcan a un buen orden
del mundo. Y entonces, el mundo se convierte en abismo, y el
discurso teológico de los amigos, o sea, también
los discursos de Leibniz, los intentos de justificación
de Dios desde la razón, quedan tachados de
ilegítimos.” (Safranski, R.; El mal o el drama de
la libertad Pág. 266. Barcelona, TusQuets Editores.
1997.)

[14] Cabrera, I.; El lado oscuro de Dios.
México, Paidós, 1998. Págs. 87 y 93.

[15] Respuesta epistolar de Voltaire a
Rousseau en “Voltaire-Rousseau. En torno al mal y la
desdicha”. Pág. 209.

[16] “Espectadores tranquilos,
espíritus intrépidos, al contemplar los
naufragios de vuestros pobres hermanos, investigáis en
paz las causas de las tormentas: Mas cuando sentís los
golpes de la suerte adversa, os hacéis más
humanos, y lloráis como nosotros.” Voltaire, Poema
sobre el desastre de Lisboa o Examen de este axioma:
“Todo está bien”, en
“Voltaire-Rousseau. En torno al mal y la desdicha”.
Líneas 24 a28.

[17] Safranski, R.; El mal o el drama de la
libertad. Pág. 252. Barcelona, TusQuets Editores.
1997.

[18] Voltaire, Poema sobre el desastre de
Lisboa o Examen de este axioma: “Todo está
bien”, en “Voltaire-Rousseau. En torno al mal y la
desdicha”. Líneas 101 a 104.

[19] Starobinski, J.; Remedio en el mal.
Crítica y legitimación del artificio en la era de
las luces. Pág. 141. Madrid, Ediciones Gallimard.
1989.

[20] Voltaire, Poema sobre el desastre de
Lisboa o Examen de este axioma: “Todo está
bien”, en “Voltaire-Rousseau. En torno al mal y la
desdicha. Línea218.

[21] Respuesta epistolar de Voltaire a
Elías Bertrand, en “Voltaire-Rousseau. En torno al
mal y la desdicha”. Pág 246.

[22] Kusch, R.; América Profunda.
Pág. 166. Editorial Biblos. 1999. En base al estudio del
testimonio gráfico y escrito del indio Joan de Santa
Cruz Pachacuti yamqui Salcamayhua que recoge el padre
Ávila cerca del 1600, Kusch inicia en este libro un
análisis del pensamiento indígena que lo lleva a
establecer determinadas categorías existenciales.

[23] Ibídem. Pág. 176.

[24] Voltaire; Cándido o el optimismo.
Pág. 59. Extraído del sitio:
http://www.gatovolador.net/res/Candido.pdf

[25] Safranski, R.; El mal o el drama de la
libertad. Págs. 22 y 23. Barcelona, TusQuets Editores.
1997.

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